Teleférico Cerro Otto y el sentido social de la Fundación

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El creador de Teleférico Cerro Otto en Bariloche, Boris Furman, nació el 24 de junio de 1916, en el seno de un humilde hogar de inmigrantes rusos con ascendencia judía y desde muy pequeño recibió las enseñanzas de su madre Sara quien, conociendo el esfuerzo para mantener una familia en un país ajeno, le inculcó que siempre existía alguien más necesitado que uno mismo. A los 14 años, Boris comenzó a trabajar como cadete en una sastrería; dos años después como ayudante en ventas y con sólo 22 años montó su primera sastrería en Santa Fe, trasladándose luego a la Capital Federal en donde instaló una de la sastrería más conocidas del país: Rocha Casimires.

En la década del 60, junto a su entrañable amigo Raúl Méndez, Boris viajó a Bariloche y una vez arribado a la ciudad sintió algo que puede definirse como amor a primera vista con el cerro Otto y su entorno, aún cuando se trataba de una montaña con escasa vegetación y en cuya cumbre sólo existía una pequeña cabaña vidriada de 5 x 5 metros que se utilizaba para vigilancia de los guardaparques.

Su visión empresaria, algo que indudablemente le era innato, le permitió saber rápidamente que

en esa montaña podría levantar una obra de infraestructura turística que distinguiría al destino Bariloche en su conjunto. Y así, pensó en la posibilidad de adquirir las tierras para instalar un medio de elevación como puntapié inicial de algo que ya pergeñaba.

Con 50 años de edad y una carrera comercial exitosa compró las tierras, propiedad hasta ese momento del Ejército Argentino; encomendó el correspondiente relevamiento topográfico; viajó a Viena (Austria), para adquirir la infraestructura necesaria en el lugar que más expertos tenía en la materia; trajo a los ingenieros de la firma Rudolf Kienast, especialistas en medios de elevación para montañas y en 1967 dio inicio a esta obra que, en la época que corría, fue considerada como una de las más importantes de Latinoamérica en materia turística.

En 1974, el Teleférico se hizo realidad.

Visionario, soñador, Furman lograba lo que se proponía. Fue así que no mucho tiempo después dio rienda suelta a otro de sus propósitos: la construcción de una CONFITERIA en la cumbre, pero GIRATORIA; la primera en su tipo en Sudamérica, algo que para Bariloche como destino turístico sería, y aún hoy lo es, un sello distintivo.

Impactado con las tres esculturas más importantes del arquitecto, escultor y pintor renacentista Miguel Angel Buonarroti, durante un viaje que había realizado a Italia, Furman encargó a la galería de arte Pietro Bazzanti e hijo (Florencia) calcos exactos en tamaño real de “El David”, “La Piedad” y “El Moisés”, obteniendo no sólo la autorización correspondiente sino también la certificación del gobierno italiano, con lo que construyó una Galería de Arte, única en su tipo en la cima de una montaña, que alberga esas réplicas de manera permanente.

Luego de cumplir todos sus objetivos, Boris Furman decidió crear una fundación de ayuda al prójimo a la que le dio el nombre de Fundación Sara María Furman, en honor a su madre y a su hermana con el propósito de administrar Teleférico Cerro Otto. Y desde entonces, el total de las utilidades generadas por la excursión se destina al Hospital Zonal de Bariloche y dos entidades de la comunidad judía de Buenos Aires.

Boris murió siendo un hombre de una sencillez y humildad poco frecuentes, merecedor de muchísimos reconocimientos y homenajes más por su compromiso social, por su accionar silencioso, donde nunca buscó rédito personal. Hoy ya hace 14 años que no está entre nosotros, pero aún es recordado como el gran hombre que fue.

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