El paraje Nahuel Niyeu y la leyenda del Jagüel Embrujado, por Jorge Castañeda

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Escritor – Valcheta

Según el Consultor Patagónico define al arroyo y al paraje como: “Arroyo rionegrino, ubicado en el Departamento Valcheta, que tomando los cursos de agua de los arroyos Salado y Treneta, lleva estos inestables caudales hacia un espejo de agua ubicado en el Bajo de Valcheta”.

La localidad de Nahuel Niyeu se encuentra próxima al cauce del arroyo homónimo y está vinculado con la cabecera departamental –Valcheta- por medio del ferrocarril y por la Ruta Nacional Nº: 23”.

Es un topónimo mapuche que significa literalmente “lugar donde hay tigres”, aludiendo seguramente al jaguar o yaguareté que antiguamente su hábitat llega hasta zonas aún más australes como el bello lago Nahuel Huapi.

Según José María Cual el linaje del “tigre” o sea Nahuel formaba parte de los nombres de varias familias y se han recuperado incluso en algunas canciones mapuches (los taiel), por ejemplo: “No es para jugar nuestro blasón/ partía al medio de la bandada/ el corazón de tigre/ del sol tigre/ brazo dibujado”.

En este paraje de la Línea Sur, a principios del siglo pasado, mi abuelo materno Don Julián Luna instaló un almacen de ramos generales y allí en medio del desierto patagónico nació mi madre.

Nahuel tiene una rica historia de hechos, sucedidos y leyendas.

Su arroyo, cuando llueve mucho en la meseta de Somuncurá, se convierte en un fuerte río de correntada impetuosa. Son las grandes crecientes recurrentes. Desgraciadamente cuando la última se llevó el puente sobre la Ruta 23, aún a pesar de estar licitado, aún no ha sido reparado.

En el diario de Leonhard Ardüser, un pionero que trabajo en el tendido de las líneas del ferrocarril durante los años 1911-1912 escribe sobre el paraje, el día 23 de Abril de 1911: “Ayer trasladamos el campamento al kilómetro 153. A dos kilómetros pasa un arroyito aparentemente corto, con agua muy clara y bebible. En cambio aquí, junto a la estación, el pozo contiene agua salada. En la zorra fuimos al arroyo, de paso lavamos la ropa. Sobre el arroyo hay un puente provisorio hecho con durmientes. Unos seiscientos metros antes existe un boliche y almacén de ramos generales. Los dueños son turcos (libaneses) y recién hace diez meses que están en el país.

En el cauce del arroyo es muy frecuente ver enormes luces que se desplazan y algunos han observado el paso de ovnis. Otros lo atribuyen a fenómenos naturales de luminiscencias propias de lugares donde hay metales o enterramientos. Mi padre, cuando estaba crecido y no se podía transitar vio muchas luces en la noche que se movían.

Ese paraje de Nahuel ha sido una cuna de cantores y de guitarristas. El reconocido cantor (revelación del Festival de Casquín, Eduardo Gómez fue maestro en la escuelita y se recuerda a Oscar Altamirano (ex intendente de Valcheta) que fuera Comisionado de Fomento.

Un de las leyendas más conocidas y recordadas por los pobladores cuenta que una niña, por razones que se desconocen se cayó en las profundidades de un jagüel, encontrando allí la muerte. Por eso dicen los vecinos que algunas noches se escuchan los gritos de auxilio de la joven y  sollozos lastimeros.

Carlos Licanqueo, maestro y cantor de Nahuel, puso música a mi letra “Allá por Nahuel” para darle alas de canción:

Un arroyito te espera/ como calmando la sed/ con casitas de durmientes/ cerca de la veintitrés. Un acorde de guitarras/ que se quiere atardecer/ te contará sucedidos/ de un pasado que se fue.  Leyendas de luces malas/ misterios en el jagüel/ hilachas de tradiciones/ que el viento suele traer.  Raíces de tamariscos/ los adioses de algún tren/ y la estación que se duerme/ solitaria en el andén.  Si la gente te saluda/ cuando pasas por Nahuel/ acordate de los tigres/ que bajaban a beber”.

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