Sin duda ninguna, estamos viviendo tiempos dificiles en nuestra ciudad y el mundo, para hacer comparaciones adecuadas.
Es cierto que las epidemias, como las que atravesamos todos hoy en el mundo, no son nuevas; pero en Bariloche no se recuerdan de tal gravedad, externa, ya que entre nosotros, por suerte, se han visto pocos casos del mal que preocupa a todos.
Pese al esfuerzo poco disimulado de los grandes medios de comunicación por mantener en extraña zozobra general a la Sociedad en general, esta vez la dirigencia Argentina en absoluta mayoría ha estado acertada en la manera de enfrentar la crisis.
Como lo hiciera en otras oportunidades,que entonces era más entendible, pero también lo era la fragilidad de una Sociedad que apenas enhebraba vecino con vecino, en un crecimiento desordenado, que aun no logramos encarrilar.
Las mas antiguas no fueron de esta gravedad, pero igualmente preocuparon; asi mencionemos las grandes lluvias de 1925 día y noche durante varios meses y
las “invasiones” de langostas en los ’50 y pico, en aquellos años del comienzo urbanístico; u otras mas “urbanas” que por suerte pasaban lejos (polio, sarampión, mal de los rastrojos,etc.)
Esta, mucho mas peligrosa nos toma entre las comunidades mas afectadas de Rio Negro, pero eso no significa aceptar la derrota sin dar lucha.
Lo dijimos ya en ediciones anteriores, como lo hiciéramos cuando la Gesta de Malvinas, desde el Semanario Bariloche, no se entiende ni justificamos no recordar como corresponde el Aniversario de nuestra ciudad, si la estimamos claro, dejando atrás espíritus de derrota; así, salvando distancias, vemos al Papa argentino al frente del Cristianismo todo, que entendemos abarca a Bariloche y su dirigencia también, celebrar su Semana Santa sin el barullo ceremonial de concentraciones, – acá hubiera sido sin carreras, o juegos pasajeros-, pero, teniéndola presente con el respeto que siempre fue para su credo.
Demasiados ejemplos de vida tenemos de nuestros pioneros para adherirnos sin mas a derrotas innecesarias.
Tendríamos que tratar en lo posible de reflejamos en algún rasgo al esfuerzo de aquellos, y pensar en un Bariloche mejor, no para el propio interés, para todos y especialmente como ejemplo para quienes nos visitan y ayudan a su desarrollo.
Hoy el negocio particular abarca todos los momentos, y son demasiadas las muestras que al respecto pueden darse. Demasiado evitables muchas veces y siquiera analizamos, y aceptamos como inevitables.
Deberíamos hacer poco menos que un culto laico al espíritu de esos pioneros, que con nada, a veces solo su esperanza, hicieran tanto para todos, especialmente para estas generaciones del disfrute y el ocio.
Son muy pocos a los que se distingue señalando lugares emblemáticos,
Bariloche sigue siendo esperanza, y son muchos los que viéndolo de esa manera llegan y habitan entre nosotros, tratando de sumar sus esfuerzos al realizado por aquellos, que insistimos, con nada hicieron tanto.
Y asi vamos, con un Roca discutido, aun con hermoso monumento ecuestre, y un Mitre en calle principal, incluso ignorado que no resiste análisis y discusión publica con alumnos con mínima instrucción cívica y/o vocación nacional.
Sin reiterarnos en que ambos, siquiera conocieran el nombre Bariloche.
Por ello a propósito, volvemos sobre un tema que tantas veces nos preguntamos, y no encontramos dirigencia alguna que arrime respuesta racional, hasta ayer no mas, ¿que “retreta del desierto” celebraba Bariloche?, si aquí nunca llego ese ejercito…O contra que enemigo nacional se usaron los cañoncitos que exponen en el Centro Civico?
Ahora, aparecen extrañas esculturas..
¿No nos merecemos entonces una recuperación de identidad?
Que incluso nos fortalezca para un desarrollo necesario y merecido. En vez de seguir con un Bariloche, a la espera de decisiones que se toman desde afuera.
Vivimos inmersos en un paisaje de enorme belleza, a la que no contribuimos a sostener, con una herencia cívica para envidiar en tantos modelos de vida ejemplares, por qué no asumirnos desde allí, como hicieran los que arriesgaron todo lo suyo para darnos este grato presente. Nuestro agradecimiento a aquello que hicieran tanto por todos desde sus tareas diarias y oficiales, porque a esos esos casos también los hemos tenido y muy poco valorados.
Hace muy poco un máximo dirigente nacional, tan discutido como admirado por sus seguidores, nos decía sin vergüenza ninguna de “terminar con tirar lavarropas al espacio”, mas o menos era la guaranga-da, al referirse a la necesidad de abandonar nuestra política tecnológica satélite, para lograr atrasar su desarrollo, por pura ignorancia personal, por muchos compartida.
Y éste, si es un logro de máxima ingerencia local y nacional con todas sus implicatorias, que reafirma el concepto de esperanza para el Bariloche que todos merecemos, y hasta hoy no hemos sabido aplicar en su beneficio.
Lo hemos afirmado reiteradas veces, somos de los que entendemos que la culpa de nuestros problemas deviene del amasijo social en que se vive, que Bariloche conoce desde sus comienzos, y nunca intento salirse, con beneficio de inventario. Nacida de un grupúsculo pequeño de pobladores, ubicados algunos por acá, y otros por allá, asentados donde les dieran sus fuerzas al llegar, cerca del Gran Lago que con su imponencia les brindaba un amplio horizonte de seguridad de vida que nunca nos animamos a realizar.