La Historia es un momento… una mísera palabra altisonante.. (*)
Días difíciles estamos viniendo los argentinos, sin duda ninguna; aunque para algunos sea novedad lo que ocurre, ya hemos visto mucho de parecido antes.
Sorprenden las figuritas repetidas, que se nos muestran con ningún reparo, o por el contrario, con pretensiones de ser distintos, sino mejores para muchos argentinos de escaso conocimiento de sus propios recursos, así como capacidades de muchos dirigentes que vemos de generación en generación, desparecer sin pena ni gloria en un mar de discusiones absurdas.
Acaso recodamos, salvo principales personajes, a los responsables de las graves crisis anteriores?
Y hemos pasado varias, algunas de gravedad imposibles de olvidar.
Aquella frase del disparate de Dromi, afirmando que todo lo que debía estar en manos del Estado, seria privatizado…
La gestión De la Rua nos llenó de tremendas sorpresas, y alguno de los suyos hoy insiste en aparecer por detrás de la cortina entre escándalo y escándalo..
Pero, yéndonos más atrás, mucho más atrás, ahí están figuras impuestas desde las páginas de nuestros libros de historia, figuras que no titubearon en “arrimar” a la corona portuguesa, datos que hoy parecen broma del “parque” y capacidad militar del Ejercito de los Andes; el general Alvear entre otros, para que los apoyaran en contra del interés nacional en su lucha contra España..
O aún peor, la actitud imperdonable de Rivadavia, para con San Martin, a quien hubiera fusilado si caía en sus manos, por no aceptar entrar en guerra interna contra los Caudillos federales, para defender sus intereses políticos mezquinos.
Y en ello acompaño la oligarquía porteña, que aun fallecido y reconocido mundialmente nuestro héroe máximo, demoraron décadas su regresos a la Patria y su reconocimiento póstumo como máximo héroe de su Independencia…
Y así mas acá, cuantos argentinos fueron olvidados, cuando no odiados, de forma irracional en diversas gestiones.
Esperamos sea éste el final, de razonamientos absurdos entre nosotros.
Aunque nos quedan dudas más que serias y comprobables
de la capacidad de hacerlo, repasando actitudes de figuras mucho más “importantes” que las actuales dirigencias, ahí vemos a Sarmiento festejando el asesinato del caudillo Chacho Peñaloza, o el menosprecio a la muerte de Martin de Güemes; por la prensa porteña, mencionándolo al impulso de Rivadavia, como “un cacique menos”, y recién reconocido en el Parnaso de los Héroes Patrios en 1975…
(*) Almafuerte