“Argentinos, que no pueda más tu envidia, que tu honor”. (*)
Días extraños los que viven los argentinos de nuestros días, incluso si los comparamos con los que siempre ocurren en cualquier parte, porque hasta parecieran habérsenos enquistado esas malas prácticas en el diario vivir y no haya manera de salirnos de ellas.
Porque violencia lamentablemente en todas partes la hubo y la hay, especialmente cuando la discusión política entra en el juego, y peor aún si a la vez aparece el interés económico de un lado u otro en juego.
Lo que francamente no se alcanza a entender es por qué se incentiva, provoca o como se quiera decir, lo que fueran nuestras costumbres hasta ayer, pese a los tremendos ejemplo que tenemos los argentinos en común en cuantos desencuentros vividos por su sociedad.
Creemos todos estemos de acuerdo que hasta ayer, ni se podía pensar en los actos de terror que se nos imponen casi a diario viviendo en estado de democracia; no estamos hoy sometidos por dictadores, ni en medio de discusiones internacionales al borde de conflictos bélicos o cosa parecida; tampoco el exceso ideológico esgrimido como causa final entre grupos cerrados y obstinados, por el contrario, aunque con dificultades estamos muy lejos de presiones o riesgos bélicos que nos puedan involucrar; pero, cualquiera nos daría razón si decimos que hace muchos años, si no décadas, con menos rencores a la vista y mayores cuestiones socio económicas que nos hundan en desconsuelo innecesario; empezando por la crueldad de hacer sentir el hambre a los suyos en una sociedad donde sobran alimentos y recursos de todo tipo.
Y una vez más la ingrata injerencia de entidades internacionales de crédito que hicieran mofa del prestigio internacional argentino.
Salidos a principios del siglo XXI de la que entendemos como peor crisis de la Argentina moderna, en todo sentido, parecemos vueltos a esa situación cuando vemos las fuerzas represivas actuando con excesos ante reclamos más que valederos, con hechos de barbarie para con argentinos indefensos, o aun peor el ataque a una Maestra, al mejor estilo vandálico conocido.
Y para mejor explicación un ansia enfermiza de mayores ganancias personales; escondida detrás de explicaciones inorgánicas acompañadas por gestiones afines de dirigentes de la mayor entidad; porque por una idea o un sentimiento religioso, aun equivocados, bueno hasta por ahí se entienda aun con enorme pena, pero por ganancias en dinero y encima extranjero, hasta parecen groseros procedimientos.
Y si faltaba poco, ver a una funcionaria del FMI hablando de nuestros problemas financieros, con la bandera argentina detrás (¿?), en términos de funcionario oficial o algo parecido, ayuda a un mayor desconcierto en vez de ayudar a buscar solución alguna.
(*) parafraseando a León Felipe