Nos merecemos el mejor camino
A quienes nos gusta leer un poco y, además tener memoria de los hechos ocurridos que van dejando huella en el país, no nos pueden sorprender las cosas que se ven en estos días y seguramente veamos agudizarse con el andar del tiempo.
Escenarios de los sacrificio vividos, a lo largo de una historia de más de doscientos años, durante tres siglos plenos de luchas internas, unidas a la gloriosa contra el Imperio más poderoso de su época, que además de jactarse que en el mismo, “nunca se ponía el sol” había reordenado el status mundial y religioso de su tiempo, expulsando de su territorio a etnias tradicionales y en alguno casos mucho más grandes y poderosas.
De entonces a ahora, ya como Nación Argentina, con un Parnaso de héroes nativos o llegados desde todos los confines a luchar por la libertad de América, lejos de “angustiarse” por ser libres y luchar por liberar Pueblos hermanos, ofrecían su ejemplo y su esfuerzo a todos los hombres del mundo que quieran habitar el suelo argentino.
Porque esa ha sido siempre la manera de entender la libertad por nuestros Pueblos, ofreciendo su suelo, su riqueza natural, sus universidades a todos.
Lamentablemente, además de ese espíritu Patrio nunca desmentido, también hubo como la hay ahora excepciones personales lamentables en su población
Son los mismos que preferían la protección de algún poderoso extranjero, al esfuerzo Patrio, cuidando el beneficio propio; y así se negoció la guerra con el Brasil y las negociaciones de Manuel García y Rivadavia, con la primera deuda externa, este último, grande en algunas de sus reformas y miserable en la mayoría, tan así que sin en él hubiera estado fusilaba a San Martin, por haberse negado a la lucha interna con sus hermanos, en tanto liberaba América…
Y desde ese descalabro, nacido del miedo personal a una posible derrota con España y/o culpa de un manejo vergonzoso de dineros públicos y la traición de otros como Alvear buscando la protección de coronas europeas; cíclicamente esas minorías, han preferido la protección extranjera y sus capitales financieros al esfuerzo nacional, produciendo caídas y luchas internas absurdas, que creíamos haber logrado superar luego del bochorno del genocidio de los ‘70
Y en todas, las causas son las mimas: ambición desenfrenada sin moral alguna, envidiosa sumisión al poder extranjero y consciente menosprecio a lo nacional, que prácticamente desconoce, agravado en la segunda mitad del siglo XX con amoral especulación financiera.
Del último hecho aberrante de este tipo, aun peor si cabe por uso directo de poderes del Estado, se cumplen este mes 42 años.
Inexplicablemente el mismo pareció no merecer atención oficial, ni la solución lograda por Argentina, sin venganzas, ni revanchas, que mereció elogios unánimes de la civilidad del mundo y sus Organismos principales.
En los argentinos de nuestros días está, sin dudas asumir su historia y avanzar en busca de la que quiera ser parte, tratando realizarla, para nunca más repetir errores, viviendo con la dignidad que merecemos, ni un solo paso atrás en todo lo conseguido por lo argentinos.
El otro camino, ya lo conocemos y nunca fue bueno.