Y, si nos respetamos un poco más?
Nos queremos desprender de los temas nacionales, ya que los locales y/o regionales importan y mucho, y los sentimos más cercanos a nosotros para ocuparnos de algo en que algún interés llegue a los “vecinos funcionarios”, que conviven nuestros poblemos de todos los días, pero a la hora de hacer, parecen vivir en otros lugares ajenos a los nuestros. Por ello son más las veces en que lamentamos repetirnos en temas más que conocidos y mal tratados, y sin embargo se mantienen con muy poca variación.
Aunque en todos los casos, quienes pierdan seamos los de este lado del mostrador, en los tenas de trascendencia nacional, sabemos estamos lejos de ser escuchados, pero al menos permítasenos opinar, en una Sociedad donde cada vez, parce interesa menos la opinión ajena.
Principalmente cuando esta se exprese en disidencia, con lo que dice quien transitoriamente dispone del quehacer diario; pero; creemos se estén produciendo hechos concretos, algunos irreversibles lamentablemente, que pueden ser fácilmente corregidos si escuchamos la opinión de todos, o por lo menos de una mayoría relevante.
Especialmente en nuestra zona, que nos incorporaran temas como la “guerra mapuche” con injerencia de servicios secretos extranjeros enemigos del otro lado del mundo, donde seguramente ignoren que pasa acá, como la inmensa mayoría local ignora que pasa allá…
Y cada vez escuchamos y vemos a funcionarios de primer nivel en las decisiones nacionales de nuestro país, en un andar errático, cuando de pronto pasamos a convertirnos cuasi en estado de guerra interno, en que el vecino parece poco menos como enemigo inveterado y contrario a nuestra instituciones, alguna de ellas fundacionales.
Nos despertamos un día con las calles y plazas públicas ocupadas por fuerzas de seguridad, incluso queridas y respetadas por los argentinos desde que se crearan, como Gendarmería en nuestra zona vinculada a la frontera, cuya cuidado fuera compartida por todos, sin importar el signo político.
Lo mismo para con Prefectura en nuestra extensa frontera fluvial, ambas recordadas con justificado reconocimiento en varios hechos detectados en sus respectivas funciones específicas; hoy reducidas a fuerzas represivas, generadoras de verdaderos problemas público solo con su presencia.
Acaso han ocurrido circunstancias especiales que ignoramos los argentino?
De tal manera de intentar imponer incluso la idea aberrante de pena de muerte, reducido discusiones entre antisociales de cancha de futbol?
Es más, en el medio de ese relajo social, aparece un asesor presidencial diciendo que la mayoría de los argentinos quiere la pena de muerte se imponga en nuestro país, y el propio Presidente y funcionarios de alto rango justifican a un agente de la seguridad pública, que mata por la espalda a quien no ofrece resistencia, e insiste en rechazar el razonamiento jurídico diciendo “no entiendo”: la culpa no es entender.
Si no violentar la Constitución.
Se tenga la idea política que se quiera, y en buena hora sea bien sostenida, no nos merecemos un franco reencuentro los argentinos?
