En la Sociedad problemática y febril…
“Que el siglo XX es un despliegue de maldad insolente, ya no hay quien lo niegue”…, nos aseguraba Dicépolo en uno de sus poemas tangueros más logrados, de los muchos que dejo, entre otros enormes logros, populares en la mitad de ese siglo que le tocara vivir, tanto en tiempo calendario y vida..
No imaginamos que nos diría hoy, en una realidad que nos golpea a diario con la dureza de un puño colombiano.
En nuestro país, sobrados de riquezas, carentes de odios internos y externos heredados, hermanados en principios morales más que relevantes aparecemos cada día más enfrentados, con exhibición y represión interna que debería llamar a reflexión
antes que el retorno sea más difícil.
Hoy son más los que corren detrás de un beneficio financiero fácil y dudosa moral, que del bienestar a todos prometido.
Del otro lado del Globo en que vivimos, un grupo minoritario de dirigentes, uno de ellos poco menos que irrelevante para los grandes personajes que nos atienden las cuestiones de todos y en todo deciden, estemos o no de acuerdo; y un coloso bélico, como no se viera hasta ahora en cuanta discusión de Pueblos entre si, con un arsenal de explosivos nucleares y avances tecnológicos difícil de igualar aun sumando a muchos de los países que tenemos por más fuertes, han colocado a la vida en el universo que conocemos muy al borde de un retroceso sin retorno
En tanto con una ligereza brutal en el mejor sentido de la palabra, nosotros y muchos más jugamos acertijos de vida y desarrollo realmente infantiles.
A la vez, como para asegurarnos que lo que creemos ver en ese accionar, es más que cierto, nos muestran entre conceptos de una moralina vergonzosa, tráfico de seres humanos en venta esclava, en Libia; país que había alcanzado el mayor desarrollo en su Región, antes que EE.UU y asociados de Occidente dispusieran por sí y ante sí arrasarlo y “democratizarlo” pocos años atrás cunado saliera a la conquista petrolera más grande de estos tiempos.
Y encima la televisión de ese país, a través de CNN nos muestra la venta como una salida de vida, la oportunidad de esos desgraciados seres humanos a vivir esclavos por unos pocos cientos de “euros“, o morir en las aguas del Mediterráneo escapando a las matanza locales desatadas cuando se arrasan sus pueblos milenarios, tranquilamente desde un despacho calefaccionado, apretando un botón de computadora, antes de irse almorzar…
Creemos esto, supera sin dudas la maldad insolente que amargara a Discepolo antes de la mitad del siglo pasado en que murió: aunque no mucho más la actual situación social enrevesada como hacia muchas décadas no veíamos, y habíamos pensado no volveríamos a ver.