Bariloche en la esquina peligrosa
El incendio del refugio de montaña del Club Andino la semana pasada, hasta su destrucción total; y, el más reciente aunque igualmente grave en conocida Capilla en barrio Ñireco, además de otras evidencias de manifiesto rencor, en el devenir de nuestra Sociedad, además de entristecer y generar reclamos por lo que los mismos significan, como valores incorporados a las tradiciones barilochenses, sino también por el grado de descomposición que revelan ambos hechos, nos muestran como no queremos vernos en nuestra Sociedad.
Una sociedad formada en base al esfuerzo, la solidaridad y el respeto seguramente afirmada en el alisamiento en que se formó, no se entiende un silencio peligroso en la destrucción, encima de bienes que expresan solidaridad, sin ningún tipo de contrapartida ideológica, étnica o como se quiera disfrazar al disparate, sin beneficios para nadie.
Que otra cosa acaso implica destruir un refugio de montaña, construidos como todos saben a puro esfuerzo, de los menos que son los que siempre dan un poco más de lo que se les requiere normalmente, o agraviar un templo religioso que brinda cobijo a quienes lo requieren.
Siquiera evaluamos al tema como religioso, para no insistir en la alienación desbordada de sus autores, mas allá de la Justicia reclamada
Felizmente henos logrado superar con todos, divisiones religiosas y/o étnicas que pudieran pretender inducirnos en un, pasado remoto, como para pretender ser volcados como castigo absurdo a todas luces a la actual sociedad barilochense.
Pero, no vale tampoco exagerar en contra de los hechos, absolutamente reprochables, que no admiten defensa racional alguna, porque también son productos de los que no ven y se empecinan en seguir así como van las cosas entre nosotros, cada día con mayor violencia, y ésta como conducta casi cotidiana; junto a un insistir encarnizado en desatender los lazos morales y materiales que nos llegan de las etnias originarias, todas y no a elección arbitraria de uno otro grupo.
La barbarie del español conquistador y rapaz insaciable primero, como la del blanco colonizador, también rapaz y genocida como el anterior, no discriminaron sus víctimas y tanto sufrió un pueblo originario como el otro. Y nada de esto se enseñó en la educción que se brinda desde siempre a nuestros jóvenes; mala práctica educativa que debemos rever lo antes posible y con seriedad.
Nuestra ciudad, y la Región, están llenas de “reconocimientos” públicos a representantes militares que no resisten análisis sin excluir de ello a los principales.
Lo mismo con los ornamentos exhibidos como extraño orgullo cívico…
Contra que enemigo de la Nación dispararon los cañones que exhibe el Centro Cívico en nuestra zona, si alguna vez lo hicieron?
Aquí, siempre fuimos hermano del hermano, guerras no hubo, para que entonces “embellecer el paisaje con semejante emblema de guerra y murete?
Lo mismo y peor, para con algo que hasta hace muy poco se evocaba casi como patriótico: la “Retreta del desierto”, en una plaza aun denominada “Expedicionarios al Desierto”…
Por suerte nunca las hubo en nuestra zona; pero donde sí se celebraban, ¿contra qué enemigo de la Patria era?
Todo lleva a confirmarse en hechos provocados, según se investiga; y no queremos pensar que se trate incentivar lucha de etnias, que entre nosotros aparece como absurda; pero si se produjo intencionalmente todo vale, hasta pensar y atender, el grado de insania de sus autores.