“Mi tierra te están cambiando, o te han disfrazao, que es peor” (*)
Esto nos decía Don Atahualpa Yupanqui, y no hace mucho tiempo atrás, en la segunda mitad del siglo XX, cuando en el país de los argentinos estaba todo por hacerse, luego de una guerra que había dejado mal a todos, incluidos los vencedores, que se veían tan crueles como sus vencidos, con la ventaja que en nuestras tierras no hubo guerras y sus riquezas atraían migrantes de todas partes, y satisfacían al hambre de muchos pueblos en la orgullosa Europa.
Y en vez de avanzar a hacia horizontes de grandeza, fuimos cada vez mas para atrás, hasta lo actual, como si se hubieran copiado los mismos errores…
Porque en verdad, nuestra sociedad argentina no parce la misma, acá se podía ser pobre “pero honrado”, o afirmando “la Universidad no acorta las orejas” se le respondía al engrupido que todo lo sabe, como también vemos como ahora, y menosprecia al resto.
Pueblo y Popular, eran palabras que identificaban con lo nuestro, en cualquiera de las ”clases” sociales respetadas, que nos identificaba como Argentinos, y con legitimo orgullo, nacido y cimentado en la heroicidad derramada sin tasa ni medida por los Héroes de la Independencia, cuando no los Caudillos federales que amaban su terruño..
Y así, hay un montón de máximas salidas del apostolado popular -el Martin Fierro nuestro Don Quijote-, que nos llevaran a soportar dramas de todo genero y pelaje a los argentinos, que nos caracterizara como Pueblo por su grandeza de espíritu, brindando su pan y su tierra, a los países en crisis en todo momento, como aquellas donaciones en alimentos, a España e Italia, luego de la gran guerra finalizada en el ’45, cuando, casi en seguida y peleándose día a día con la vida, mascaramos la diferencia entre la tradicional Beneficencia eclesiástica o aristócrata del que tiene y le sobra, y la Justicia Social para todos, en que muchos encontraron su primer juguete, sus primeras golismas navideñas, limpias y ricas; aunque muchas veces también enredadas en torpezas políticas que nada tenían que ver con el gesto enorme de incluir e igualar a los argentino, que muchos aun pareciera no entienden o se niegan a comprender, como el desvalido dirigente que dijera en la actual gestión que había argentinos que se han creído que con su sueldo podían tener esto y aquello, con viajes al exterior, pasear, etc. -palabras más o menos-, cuando la mudez hubiera sido su mejor expresión; o el actual funcionario economicista, horrorizándose que un “caudillo” de una Provincia con pocos habitantes y sin currículo pueda querer ser Presidente…
Sin olvidar el lamentable festejo del bicentenario de la Independencia, alejados del pueblo, casi con vergüenza recitando letanías a un monarca extranjero y abdicado, inventando angustias al heroísmo de nuestros próceres que sacudieran para siempre el yugo español luego de trescientos años de explotación inhumana y económica, en uno de los genocidios mas grandes que recordamos aupados a un saqueo de recursos que no tiene igual, entre los muchos que los países imperiales llevaran a cabo sin pudor ninguno..
Seguramente en tanto ejemplo de lo que hiciéramos mal, Don Ata, no se equivocó, y nos encontramos ahora en una senda que no es la Argentina, en que se educaba a los hijos varones con: “a la mujer no se le pega, al mas chico no se le pega, al caído no se le pega…”, hoy con una mujer asesinada cada 30 horas, chicos y desposeídos sin cobertura social, dictando leyes a favor de delincuentes que a su vez delaten a sus pares sin dudas estamos embobados con un mundo que no es ejemplo, para mostros sin dudas, pero al que ninguna necesidad tenemos de ingresar y mucho menos convivir con sus costumbres, que incluye sin duda servirse de lo que no les es propio.
(*) Atahualpa Yupanqui