En la mala, seguir el buen consejo.
En repetidas ocasiones hemos expuesto las dudas que teníamos al futuro que espera a nuestra zona, en los meses que vienen, en razón del estado de nuestras economías, en nuestro caso aun peor que todo lo Regional prácticamente abandonadas a su suerte desde el comienzo de la actual gestión, poco más, poco menos estamos viendo en el Valle rionegrino la caída provocada de su economía característica, en producción de frutos, vinos, etc.
No solo se restó apoyo a su producción y comercialización sino que además se importó absurdamente desde el exterior, productos elaborados en la zona y reconocidas en el exterior, luego de enormes esfuerzos de generaciones anteriores que no lo escatimaron para colocar al producto rionegrino en el exterior, desarrollando una economía regional más que importante en todo lo que ello significa en un país como el nuestro, y reconocido en el mercado internacional. Hoy es común ver chacras ayer ubérrimas en productos de la tierra, en manos de especulación inmobiliaria…, como cualquier otra tierra ociosa.
No creemos se espere seriamente cambios de fondo en esas políticas de aniquilamiento económico productivo, por más cambios de gestión que ocurra, u otros cambios milagrosos.
Sin dudas nuestra región se recuperara con el esfuerzo de los suyos, y volveremos alguna vez a ver florecer sus tierras y al comercio realizar sus productos, pero en el «entre tanto», ¿que?
Lo vemos en Bariloche, y seguramente en ciudades importantes de la Provincia, sobra mano de obra, y aumenta desocupación; sin horizonte a la vista que alimente inversiones reales no negociados peores, a su vez las PYMES, base de sostén de la economía nacional, cierran a ritmo vertiginoso, generando más problemas, personales y financieros de todo tipo, en los que creyeron que insistiendo por el lado equivocado en poco tiempo de aguante duro y cierto, recuperarían los hecho y hasta por ahí, en poco tiempo otra vez la maquinaria productiva avanzaría con firmeza; estas propuestas milagrearas ya las vimos los argentinos especialmente en las alternativas neoliberales de los procesos militares o con las gestiones de Menem y De la Rúa, en que generalmente las PYMES se fundían trabajando, esperanzadas en salidas y milagros que se ofrecían a las mismas, y muchos se encandilaban con la posibilidad¸ de créditos hipotecarios indexados, que fueran el final de muchos sueños de fin del siglo anterior, metiendo el miedo en muchos hogares argentinos, salvados en la primera gestión de 2003, frenando la avaricia insaciable de la banca privada de entonces, logro salvar del desastre a muchas familias, abriendo por ahí la salida.
Por ahora aguantarse en la espera innecesaria e inexplicable, en una sociedad trabajadora con recursos que llevan a soñar en solución efectiva, en vez de vivir entre conflictos cuando no enfrentamientos y tragedias evitables, al ritmo de locuras financieras repetidas, una y otra vez.
Por ello insistimos en el sabio consejo de Aldo Ferrer cuando recomendaba: crecer con lo nuestro, desarrollándonos de esa manera.