Los llamados trastornos del espectro autista tradicionalmente han sido más prevalentes en los varones que en las mujeres, con una proporción que puede variar, aunque convencionalmente se dice que por lo menos hay cuatro veces más niños afectados con autismo que niñas. Ya en los estudios tempranos de Kanner y Asperger, la mayoría de los casos descriptos eran de varones pero ambos encontraron algunas situaciones en las que describieron a las mujeres más pasivas o con conductas visuales particulares.
Por mucho tiempo, el diagnóstico de autismo en mujeres principalmente se otorgaba a casos muy graves con mayor afectación cognitiva. No obstante, en los últimos años se han encontrado indicios sobre que la condición autista en mujeres presenta rasgos particulares y no sólo se da en situaciones graves. Un gran ejemplo es Temple Grandin que ha luchado por los derechos de las personas con condición autista a lo largo de su vida, buscando hacer visible la manera de sentir y de pensar de este colectivo.
Desde hace unos años, se revisan estas cuestiones y se han realizado diversas hipótesis como la teoría del camuflaje o la teoría de la compensación en niñas y mujeres con TEA. Parece ser que existe un sesgo de género sobre cómo serían las niñas, con juegos más tranquilos y carácter más tímido, que las hace más desapercibidas aun cuando puedan ser potencialmente diagnosticables. Por esto se haba de una mayor capacidad de las niñas, adolescentes y mujeres con TEA para compensar las dificultades de tipo social ya que suelen tener mejores habilidades sociales. Además, al comparar mujeres y varones que desarrollaron TEA, algunos autores observaron que las mujeres tenían mejor nivel lingüístico y cognitivo que los varones del mismo grupo. Por otro lado, se observó también que, en escalas de autopercepción y descripción de rasgos, las mujeres autistas dan cuenta de sus dificultades de una manera más eficaz que cuando se realizaban pruebas de escala de observación para el diagnóstico. De manera que muchas veces el diagnóstico es más tardío.
Estas cuestiones tienen como consecuencia muchas veces que las niñas, adolescentes y mujeres autistas supriman síntomas de autismo para camuflarse y parecerse a otras mujeres. Esto tiene como correlato la aparición de problemas de salud mental como ansiedad, depresión, problemas relacionados con identidad de género, alteraciones alimentarias, síntomas de estrés postraumático, desregulación emocional.
Por ello, desde la Dirección de Gestión para Personas con Discapacidad queremos destacar la necesidad e importancia de un diagnóstico y tratamiento adecuados a las particularidades del género femenino.