La Senadora Silvina García Larraburu entregó la Mención Domingo Faustino Sarmiento a Elva Rosa Vicens de Sánchez, reconocida docente de Bariloche que tuvo una labor trascendental en el Centro de Jubilados de la localidad y en el Sindicato Docente de UNTER.
“Es una enorme alegría poder entregar esta merecida distinción a una mujer que hoy con sus 94 años sigue en plena actividad y que ha sido ejemplo y guía para miles de alumnas y alumnos. Este reconocimiento no es más que un agradecimiento a una hacedora incansable de toda la vida, una luchadora que se puso al hombro la construcción de una escuela para que los más humildes pudieran estudiar”, señaló la parlamentaria.
Agregó: «Quiero agradecer especialmente al Decano Víctor Báez quien nos permite desarrollar este reconocimiento en el Centro Regional Universitario Bariloche de la Universidad Nacional del Comahue».
Báez remarcó: «Es un orgullo que este evento se haga en la Universidad donde Elva es una estudiante más, participando de cuanto taller hemos realizado, y que la Senadora reconozca en ella toda esta voluntad y tezón, que se puede apreciar día a día cuando se la ve caminando con la ayuda de su bastón y con su muy buen sentido del humor».
Ante la mirada atenta de sus hijos Pablo, María Inés, familiares y amigos, la docente homenajeada recordó: “Debía pensar en la organización de una escuela en el barrio alto; la mayoría de los alumnos llegaban a inscribirse cuando ya no había cupo. Las madres lloraban, se quejaban y a veces nos hacían culpables de esa falta de lugar en la escuela para sus hijos. Decían: ´somos pobres, pero somos argentinos y queremos aprender a vivir mejor, a leer, a escribir´. Me llegó al alma, fueron varios años escuchando lo mismo y por eso comencé a pensar en una solución”.
«Junto a un grupo de colegas empezamos a dar clases en un pequeño lugar donde por la noche funcionaba un bar, una casita que estaba frente a la escuela nueva. Una vez que conseguimos el material para construir dos aulas, una dirección, una cocina y dos baños, iniciamos gestiones para obtener el terreno y dar lugar a la escuela “rancho”. Tenía dos trabajos, uno en el turno mañana y otro durante la tarde; y si bien no me sobraba el dinero, más bien todo lo contrario, decidí renunciar a uno de ellos para dar clases gratis a los alumnos de los barrios altos, esto me llenaba el alma”, detalló Elva con lágrimas en sus ojos.
Recordó que “una de las personas que nos ayudaba siempre era Don Luis Razza de Cerámica Bariloche, siempre estaba atento a lo que necesitábamos en la escuela y nos ayudaba permanentemente”.
“No solamente llevamos una escuela al barrio sino también el agua y la luz; además pusimos una canilla comunitaria que abastecía a los vecinos”, resaltó. A partir de un proceso comunitario, con la participación de distintos vecinos barilochenses y donaciones de las Escuelas 71 y Las Quintas, en febrero del año 1957 empezó a funcionar la escuela oficialmente llamada Juan Ramón Jiménez, nombre del escritor español que Elva leía siendo niña.