Allí estabas recostado…
durmiendo la siesta larga
con tu destino obligado
de barco viejo en la playa.
Tal vez alguna tormenta
con olas como montañas
te dañó más de la cuenta
y tu suerte quedó echada.
La pala de tu timón
a estribor quedó virada
y en tu vientre los maderos
recordaban marejadas.
Ni la sombra de tus jarcias,
alguna que otra roldana
y en lo que fue tu bodega
la resaca amontonada.
Pero tu casco allí estaba…
con sus tablas desgastadas,
¡Cuánto soñar aventuras
en tu cubierta inclinada!
Quién no se sintió marino
o no jugó a los piratas.
Quién no leyó fantasías
a tu sombra, allá en la playa.
Quién no tiró por tu borda
las redes de la esperanza,
de un amor en cada puerto
y un navegar las distancias.
Quién no uso su cortaplumas
para grabar tus maderas
dos nombres y un corazón
que atravesaba una flecha.
Quién no volvió con sus hijos
en las tardes de verano
a enseñarle los secretos
que guardabas viejo barco.
Los años se fueron yendo…
hoy todo aquello es nostalgia
la vida no se detiene
es un mar, que sube y baja.
Allí estabas recostado
durmiendo la siesta larga.
¿Dónde se fueron mis sueños
si ya no existes, Borlasca?
Un hermoso poema de mi amigo, el poeta del Golfo, Héctor Julio Meis. Aún extraño comer con él y recitar poemas con un salmón a la parrilla entre los dos.
De su libro «Paisaje de viento y sal»
Jorge Castañeda – Escritor – Valcheta