La celebración del 22 de octubre fue promovida por la Asociación Internacional de Tartamudos y pretende concientizar a la población para eliminar la discriminación social hacia las personas tartamudas, desmitificando lo negativo, el prejuicio y la burla.
La tartamudez es una alteración en la fluidez del habla, se caracteriza por repeticiones de silabas, sonidos o bloqueos. Lo más común es que se presente cuando los niños empiezan a desarrollar su lenguaje, entre los 2 y 5 años, aunque también pueden manifestarse en edad escolar o en la adolescencia.
Si una persona comienza a manifestar dificultades para hablar de manera frecuente y además acompaña esa dificultad con movimientos de la cara o del cuerpo, se debe consultar con un fonoaudiólogo, quien realizará el diagnóstico y el tratamiento. Cuanto antes se intervenga, más favorable es el pronóstico. No hablamos de cura, porque no es una enfermedad ni patología.
La causa de este trastorno es multifactorial, desde la genética que juega un rol muy importante, hasta la dinámica familiar en cuanto a demandas, nivel de exigencia, etc. Se presenta mayormente en varones que en mujeres (de 5 personas 4 son varones).
Existen mitos alrededor de este trastorno, por ejemplo, suele decirse que las causas son nervios o algún factor emocional. En realidad, estas son consecuencias que surgen a partir de convivir con la tartamudez, pero no la causa. Otro de los mitos es que afecta al intelecto, pero no hay ninguna evidencia científica de ello.
Entre sus características, podemos mencionar que la tartamudez es cíclica (momentos de mayor o menor fluidez) dinámica (varía según el contexto y/o actividad que se esté realizando) e involuntaria (la persona que tartamudea no elige cuando trabarse/bloquearse).
Si bien la tartamudez en sí no es una discapacidad, debido a la discriminación que sufren las personas con esta dificultad por la falta de información y conciencia en la sociedad, se entiende que puede ser discapacitante.